El tamari (o tamari shoyu) es una salsa japonesa elaborada a partir de habas de soja fermentadas. Con una consistencia más densa y un sabor más equilibrado que la salsa de soja china, es perfecta para mojar. Además, es vegana y naturalmente sin gluten. Úsala directamente de la botella para aportar un toque salado, mucho umami y nutrientes extra a tus platos.
¿Qué es la salsa tamari?
Quizá pienses que la salsa de soja es un condimento único, pero en toda Asia existen decenas de variedades, cada una con matices propios de sabor, color y textura.
El tamari es una de ellas y posee un carácter muy particular, sobre todo porque se elabora de forma distinta al resto. Se obtiene del líquido que libera la pasta de miso (soja fermentada) durante su maduración, mientras que la salsa de soja se hace a partir de la fermentación de soja, trigo y otros cereales. Por eso, el tamari suele ser algo más caro.

La diferencia entre la salsa de soja y la salsa tamari
Aunque las numerosas variedades de salsa de soja se consumen en toda Asia, el tamari es exclusivamente japonés. Sin embargo, la principal diferencia es que el tamari casi siempre se elabora sin trigo, mientras que la salsa de soja puede contener hasta un 50 % de este cereal.
El tamari también lleva menos ingredientes: solo agua, soja y sal. La salsa de soja, en cambio, suele incluir trigo y conservantes como el benzoato de sodio. Esta composición le otorga al tamari un sabor más profundo, una textura más espesa y un color más oscuro que la salsa de soja china tradicional.
Puedes reemplazar la salsa de soja por tamari y viceversa, aunque el resultado tendrá matices de sabor distintos.
¿Cómo utilizar la salsa tamari?
Gracias a su cuerpo y sabor equilibrado, el tamari es ideal como salsa para mojar. De hecho, acompaña mejor al sushi que la salsa de soja, ya que no opaca el pescado con un exceso de sal.

Añádela a sopas, guisos, marinados, salteados y salsas asiáticas, o rocíala directamente sobre fideos, dumplings, pescado (especialmente crudo, como el sashimi) y tofu.
Úsala, por ejemplo, en mi salsa yakitori o en el marinado para brochetas de pollo teriyaki.
Con un poco de azúcar, el tamari también es un aliño delicioso para frutos secos tostados, sobre todo para las almendras.
¿A qué sabe la salsa tamari?
Sabe parecido a la salsa de soja, pero con menos sal y mayor complejidad, porque está hecha exclusivamente con soja. El trigo de la salsa de soja tradicional aporta una nota punzante, casi avinagrada, que el tamari no tiene.
En su lugar, el tamari rebosa umami: ese gusto profundo y sabroso presente en la carne de res, los champiñones salteados, el concentrado de tomate, los quesos curados y el pescado seco. Es ideal para aportar un matiz ‘cárnico’ a platos vegetarianos y veganos.

¿Dónde comprar salsa tamari?
La cocina asiática está en plena tendencia, y con ella resulta cada vez más fácil encontrar ingredientes como el tamari.
Deberías poder conseguirlo en botellas de vidrio (o en garrafas de plástico a granel) en la sección asiática o internacional de un supermercado bien surtido, junto a la salsa de soja. Si tu tienda habitual no lo tiene, acude a un supermercado asiático, internacional o ecológico, o pídelo por internet en Amazon.
Casi todas las variedades de tamari que se venden en Europa son sin gluten, aunque pueden contener trazas de trigo. Normalmente se etiquetan como libres de gluten, por lo que resultan seguras para quienes siguen esta dieta.
Eso sí, el tamari convencional de la marca Kikkoman contiene gluten.
¿Cómo conservar la salsa tamari?
Guárdala en su botella original, en un lugar fresco, seco y oscuro, como un armario de cocina. No necesita refrigeración, aunque tampoco pierde sabor si la guardas en el frigorífico. Una vez abierta, se conserva indefinidamente siempre que permanezca bien tapada.