Enjuaga las judías mungo bajo el chorro de agua y escúrrelas, como harías al enjuagar el arroz.

Remoja las judías mungo: Añade suficiente agua hirviendo para cubrir 1.5 cm por encima del nivel de las judías mungo, deja que se enfríen y pásalas (todavía en el agua) al refrigerador durante la noche. Si quieres acelerar un poco este proceso, puedes vaciar la olla después de que se enfríe (unas dos horas) y repetir.

Mezcla las judías mungo cocidas con el azúcar y la sal. Tritura y añade agua si es necesario hasta obtener una pasta similar a un puré de patatas espeso y ligeramente seco.

Vierte la mitad del agua en un bol grande. Añade el azúcar y la sal y mezcla hasta disolver.

Añade los ingredientes restantes y mezcla hasta integrar (puedes usar un procesador de alimentos si lo prefieres). La masa debe quedar ligeramente seca, con una consistencia similar a la plastilina. Deja reposar la masa al menos 2 horas, idealmente 8, para obtener mejores resultados. Tras el reposo, subirá ligeramente y se hidratará, lo que la hará más fácil de trabajar.

Con el relleno, forma bolitas.

Aplana un disco de masa y añade una bolita de relleno de judías mungo. La proporción masa/relleno va a tu gusto. Ten en cuenta que se hincharán ligeramente durante la cocción.

Evita dejar bolsas de aire en el interior, ya que la masa se expandirá y añadiría aire en el centro. Cierra la bola para que no queden grietas.

Hazla rodar suavemente entre las manos para formar una bola; después, pásala por un bol con semillas de sésamo para cubrirla bien. Reserva para freír.

Calienta una olla gruesa con aceite de cocina neutro a unos 130 grados (máx. 140) y fríe los bánh cam. Asegúrate de no abarrotar la freidora u olla. Cada tanda debería tardar unos 11 minutos. Puede que tengas que moverlos constantemente para una cocción uniforme.